No había llamas, azufre ni tridentes. Frío. Sólo frío. Y vacío. La locura y la cólera anidó en los demonios tras miles de años en aquel vacío y quien lo hubiera podido evitar se había perdido. Tras una inquieta espera, el rumor de que el Lucero los había abandonado se extendió y, sin un líder que los guiara,surgieron las facciones que los dividieron en su dolor mutuo que acabó transormando definitivamente al ángel en demonio.
La guerra desatada en el Abismo desde el nacimiento de las facciones no tuvo fin. Los Príncipes del Infierno pelearon entre ellos arrastrandoconsio el resto. Conviertieron la camaradería en una relación señor-vasallo al conocer y usar los Nombres Verdaderos de sus ahora esclavos.
Paralelamente, las almas humanas se agolpaban tras las rejas de su encierro y, consumidos por su monstruosidad, los demonios torturaban a aquellos que habían amado.
Sin embargo, cuando nadie dudaba de la inviolabilidad del Pozo, los 5 Archiduques, antiguos tenientes de Lucifer, desaparecieron de repente. El Infierno permaneció mudo de expectación. Sintieron cómo el mundo seguía su curso y la humanidad latía ignorante y temerosa, como siempre desde que fueran exiliados. Todo siguió igual y su cárcel no se abrió.
Un día comenzaron a desaparecer demonios, pero volvían para explicar cómo habían sido conbocados por mortales. Algunos, no regresaron. El ritmo de estas invocaciones descendió con los milenios, pero la pregunta de cómo el hombre había tenido acceso a estos conocimientos permaneció.
En 5 ocasiones la Vorágine, una tormenta de terrible poder, rugió en el reino de los espíritus y sacudió los sellos del Abismo. En cada una, las paredes resistieron con firmeza y entonces, en un instante, todo cambió. Una nueva tormenta azotó la barrera entre el Infierno y la antesala de los muertos y, al acercarse los demonios tras ésta, vieron con una mezcla de asombro y confusión lo que nunca esperaron ver: grietas en su prisión.
El Éxodo
Las grietas no se cerraron, nadie vino para custodiarlas. Lo suficientemente anchas para éstos, los demonios más pequeños las atravesaron por órden de sus príncipes con el mandao de liberar a sus amos.
Volando entre los espíritus, enchidos de odio y venganza, bandades de demonios atravesaron con ira y temor la tormenta de almas.
Pero los ángeles no salieron a su ecuentro.
Ebrios y exultantes, de nuevo ante su Creación, los ángeles caídos exploraron el mundo y no hallaron ángeles ni vestigios de Dios y, sintiendo de nuevo el tiróndel Abismo al que estaban vinculados, tomaron conciencia y buscaron un cascarón adecuado guiadospor la empatía que los unía a los mortales. Y renacieron.
Aun entonces, nadie salió a su paso.
Año 2000 d.C. La humanidad se agolpa en las puertas de un nuevo milenio. Sin embargo, algo les dice en su fuero interno que éste va a ser un tiempo distinto.
La guerra desatada en el Abismo desde el nacimiento de las facciones no tuvo fin. Los Príncipes del Infierno pelearon entre ellos arrastrandoconsio el resto. Conviertieron la camaradería en una relación señor-vasallo al conocer y usar los Nombres Verdaderos de sus ahora esclavos.
Paralelamente, las almas humanas se agolpaban tras las rejas de su encierro y, consumidos por su monstruosidad, los demonios torturaban a aquellos que habían amado.
Sin embargo, cuando nadie dudaba de la inviolabilidad del Pozo, los 5 Archiduques, antiguos tenientes de Lucifer, desaparecieron de repente. El Infierno permaneció mudo de expectación. Sintieron cómo el mundo seguía su curso y la humanidad latía ignorante y temerosa, como siempre desde que fueran exiliados. Todo siguió igual y su cárcel no se abrió.
Un día comenzaron a desaparecer demonios, pero volvían para explicar cómo habían sido conbocados por mortales. Algunos, no regresaron. El ritmo de estas invocaciones descendió con los milenios, pero la pregunta de cómo el hombre había tenido acceso a estos conocimientos permaneció.
En 5 ocasiones la Vorágine, una tormenta de terrible poder, rugió en el reino de los espíritus y sacudió los sellos del Abismo. En cada una, las paredes resistieron con firmeza y entonces, en un instante, todo cambió. Una nueva tormenta azotó la barrera entre el Infierno y la antesala de los muertos y, al acercarse los demonios tras ésta, vieron con una mezcla de asombro y confusión lo que nunca esperaron ver: grietas en su prisión.
El Éxodo
Las grietas no se cerraron, nadie vino para custodiarlas. Lo suficientemente anchas para éstos, los demonios más pequeños las atravesaron por órden de sus príncipes con el mandao de liberar a sus amos.
Volando entre los espíritus, enchidos de odio y venganza, bandades de demonios atravesaron con ira y temor la tormenta de almas.
Pero los ángeles no salieron a su ecuentro.
Ebrios y exultantes, de nuevo ante su Creación, los ángeles caídos exploraron el mundo y no hallaron ángeles ni vestigios de Dios y, sintiendo de nuevo el tiróndel Abismo al que estaban vinculados, tomaron conciencia y buscaron un cascarón adecuado guiadospor la empatía que los unía a los mortales. Y renacieron.
Aun entonces, nadie salió a su paso.
Año 2000 d.C. La humanidad se agolpa en las puertas de un nuevo milenio. Sin embargo, algo les dice en su fuero interno que éste va a ser un tiempo distinto.
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